jueves, 26 de abril de 2012

La tercera edad

Actualmente debido al desarrollo de la ciencia y la técnica aumenta la esperanza de vida y con ello el envejecimiento poblacional. Las representaciones que socialmente se tienen de la vejez, así como los cambios físicos y psicológicos que se producen, hacen que el adulto mayor se sienta muchas veces alejado de esa sociedad que un día dirigió y construyó, y que aparezcan sentimientos de inutilidad y vacío existencial. La educación en el adulto mayor resulta un proceso saludable y que contribuye a trabajar en base al autodesarrollo, las potencialidades, la autovaloración y el autoconocimiento, todo lo referente a la esfera cognoscitiva y afectiva, propiciando bienestar en el anciano y viéndose como una necesidad de primer orden en  nuestros días.

Por todo ello, se hace imprescindible la formación de los educadores en la intervención socioeducativa con la tercera edad. Son muchos los ejes que se pueden trabajar con este colectivo pero en esta entrada me gustaría recordar una iniciativa que no debe caer en desuso y por la cual debemos seguir apostando desde la Educación Social. Me refiero a los encuentros intergeneracionales. Estas iniciativas recreativo-educativas entre nuestros mayores y nuestros niños o jóvenes promueven y fortalecen relaciones interpersonales solidarias y de apoyo mutuo entre estos dos grupos. Son muchos los beneficios que produce este tipo de actividades en ambos colectivos. Las personas mayores lo perciben como una oportunidad para sentirse útiles y productivas al transmitir sus conocimientos y experiencias. Y los más jóvenes aprenden a establecer relaciones respetuosas y solidarias con sus mayores, esas personas que perciben tan lejanas y que luego resultan ser tan cercanas!!

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